Todos sabemos que los airbags
salvan vidas y que ha contribuido decisivamente a reducir de manera importante
las cifras de víctimas de accidentes de tráfico rodado.
También conocemos que el
principio de funcionamiento del airbag es el inflado casi instantáneo de una
bolsa de aire. El gas necesario para inflar dicha bolsa en cuestión de
milésimas de segundo es proporcionado por el generador de gas, el “corazón” del
airbag.
Pero también debemos ser conscientes
de que el accionamiento del inflado del saco se realiza mediante una
tecnología compleja y arriesgada como es la generación de gas nitrógeno a partir
de reacciones químicas.
Esta generación de gas tiene
lugar mediante una rapidísima reacción entre tetrazol (CH₂N₄) y carburantes de diversos tipos que se encuentran encapsulados en la carcasa del
generador. Esta reacción se produce como consecuencia de una excitación por
parte del detonante pirotécnico, que a su vez es activado por una corriente eléctrica
en el momento del choque del vehículo.
Los airbags de última generación
contienen un carburante a base de nitrato de guanidina cuya fórmula molecular es [C(NH₂)₃]NO₃. Es éste un compuesto explosivo
estable cuya fiabilidad durante la vida en servicio del vehículo está
garantizada. Es utilizado en la industria aeroespacial para la propulsión de
cohetes.
La nitroguanidina (CH₄N₄O₂), diferente al
nitrato de guanidina, y el perclorato amónico (NH4ClO4) también
son utilizados como carburantes en airbags. Ambos son estables.
Sin embargo, aún se utiliza el nitrato amónico (NH₄NO₃) como carburante
pese a que es conocido su errático comportamiento termodinámico por encima de
170 ºC. A partir de esta temperatura el nitrato amónico se transforma en un peligroso explosivo al
contacto con la humedad ambiental.
Este efecto no se aprecia más que
en ambientes de alta humedad relativa y aún así sólo se manifiesta al cabo de meses o años de
haber sido fabricado el vehículo. Pero en estas circunstancias, la activación del airbag puede tener trágicas consecuencias.
De este modo, cuando el dispositivo de ignición del airbag excita el nitrato amónico humedecido a temperaturas que superan el umbral de volatilidad de dicho reactivo, en lugar de una reacción lo que se
produce es una deflagración que desintegra la carcasa del generador y la
proyecta como metralla sobre los ocupantes del vehículo a los que se pretende
proteger.
Hasta la fecha se tenido que
lamentar la pérdida de doce vidas humanas por esta causa en todo el mundo. Los
fabricantes de los vehículos afectados, ignorantes de este fallo de sus airbags,
se han aprestado a compensar a las víctimas y a lanzar campañas de sustitución
de los airbags de nitrato amónico por otros más fiables. Pero aún circulan por
las carreteras de múltiples países, incluido el nuestro, decena de millones de vehículos
con airbags asesinos. En la duda de
si nuestro coche lleva tales airbags, debemos acercarnos a nuestro
concesionario y cerciorarnos de la tecnología de los mismos.
Para saber más
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