Uno
de los retos a los que se enfrenta la sociedad actual en el presente siglo es sin
duda la preservación del medio que la rodea, amenazado tanto por la sobreexplotación
de los recursos naturales como por los residuos que su propio progreso y el
aumento de su calidad de vida generan.
El
automóvil es uno de los grandes exponentes del progreso de la humanidad y
también uno de los problemas más serios en materia medioambiental, tanto en lo
que se refiere a las emisiones derivadas de la combustión de materias fósiles
como al desechado de vehículos inservibles.
Afortunadamente,
algunas de las naciones más avanzadas, que son también las más contaminantes,
están dando pasos en la dirección de reducir el impacto que sobre el entorno
tienen los vehículos automóviles.
Las
regulaciones legales en materia de emisiones de gases son cada día más
estrictas y obligan a los fabricantes a desarrollar y comercializar vehículos
cada vez menos contaminantes.
Igualmente
en lo que se refiere a la desechabilidad de los vehículos inoperativos se están
tomando medidas que minimicen el impacto negativo en el medio circundante. De
hecho existe ya hoy en día el vehículo 100% reciclable, cuyos componentes
pueden ser tratados una vez finalizada su vida útil de modo que por un lado se
recuperan materias primas, semielaborados e incluso componentes y órganos, que
se pueden incorporar a nuevos procesos productivos y por otro se elimina la
amenaza de la presencia de chatarras en el entorno.
Cortesía de SIGRAUTO |
Vidrio,
chapa, fundición, aceites, composites, plásticos, cobre, magnesio, etc. pueden
ser tratados en instalaciones especiales (Centros Autorizados de Tratamiento,
CAT) de modo que se cumplan las tres acciones clave de Remanufactura (de
órganos del automóvil), Reutilización (de
componentes y semielaborados) y Reciclado (de materias primas).
Los
gobiernos de los países occidentales están adoptando medidas administrativas y
legislativas que ordenen estos tres procesos y España se sitúa a la cabeza en
lo que se refiere a normativas de gestión del vehículo fuera de uso (VFU).
En
efecto, el sistema de desguazado en España es único en la OCDE y probablemente
en el mundo. El CAT, que se aprovisiona de vehículos desechados por concesionarios,
agentes, talleres independientes y particulares, compensa económicamente a
estos por la adquisición de los automóviles fuera de uso. A cambio podrá
generar una rentabilidad económica comercializando el producto del tratamiento.
En
otros países de nuestro entorno esto no es así y para poder deshacerse de un
vehículo inservible se ha de pagar una tasa de reciclado de hasta 150 € por un
automóvil de turismo. Pero porfiar todo el proceso de desintegración del
vehículo a una sola de las tres erres es desperdiciar recursos y energía.
Esta
tasa en España no existe, de modo que el reciclado pasa a un segundo plano ante
la pujanza de la remanufactura y la reutilización. Con la combinación de estos
tres procesos podemos asegurar que se aprovecha la práctica totalidad de los
componentes de un vehículo fuera de uso, por encima de la tasa del 95 % de
valorización que fija la Unión Europea.
Incluso
desde el punto de vista burócrático y administrativo el sistema español tiene grandes
ventajas. En otros países de la Unión Europea las marcas de automóviles
mantienen en su estructura empresarial grandes departamentos de
descontaminación y reciclado de vehículos en los que suelen trabajan empleados
de gran antigüedad en sus compañías y en ocasiones con compromisos e intereses
dentro de ellas que limitan su eficacia como gestores. Los concesionarios y
agentes de cada fabricante deben pagar a la central un canon por cada VFU
entregado, lo que sin duda constituye una considerable fuente de ingresos para
la marca.
Cortesía de SIGRAUTO |
Sin
duda uno de los artífices del éxito de la fórmula española, junto a la
administración, es la asociación Sigrauto, que es un foro de encuentro del sector en el que fabricantes e importadores, desguaces y fragmentadores de automóviles
analizan los problemas que afectan al tratamiento de los vehículos al final de
su vida útil, lleva trece años buscando soluciones y proporcionando a sus
asociados los instrumentos necesarios para que un automóvil pueda ser de
utilidad a la sociedad más allá de su vida operativa.